Me topé hace unos días con este texto del escritor peruano, naturalizado estadounidense, Carlos Castañeda.
Me encantó encontrar estas palabras, o que ellas me encontraran a mí, en el mes de agosto que suele ser un mes de ritmos calmados para mí, cosa que me facilita el estar y el ser aquí y ahora.
Este hombre de conocimiento del que se habla en el libro, con su locura controlada y su vivir a través de su cuerpo y sus acciones, me recordó el fervor y la pasión del superhombre (Übermensch) mencionado por el filósofo Friedrich Nietzsche. El hombre de conocimiento y el superhombre ambos aman la vida y el estar vivos, no porque necesariamente sea un regalo otorgado por una fuerza suprema, sino porque es suya totalmente, les pertenece y les da la oportunidad de manifestar su esencia a través de sus acciones y experiencias.
Quiero compartir directamente contigo una parte que resonó mucho conmigo y que quisiera leyeras con las palabras del autor mismo:
[…] Un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar.
Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue: y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte; sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás. En otras palabras, un hombre de conocimiento no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, sólo tiene vida que vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino controlado.Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda, y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común, excepto que el desatino de su vida está bajo control. Como nada le importa más que nada, un hombre de conocimiento escoge cualquier acto, y lo actúa como si le importara. Su desatino controlado lo lleva a decir que lo que él hace importa y lo lleva a actuar como si importara, y sin embargo él sabe que no importa; de modo que, cuando completa sus actos se retira en paz, sin pena ni cuidado de que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o no.
Por otro lado, un hombre de conocimiento puede preferir quedarse totalmente impasible y no actuar jamás, y comportarse como si el ser impasible le importara de verdad; también en eso será genuino y justo, porque eso es también su desatino controlado.
De Carlos Castañeda, Una Realidad Aparte: Nuevas conversaciones con Don Juan, 1971.
Creo que a veces, sin darnos cuenta, se nos olvida darle más espacio a nuestra locura, nuestro desatino, pues creemos que controlar signifique manejar a voluntad o mantener bajo control, domar o domesticar inclusive. Pero, quizás, sea por esto que terminamos por censurar nuestra locura, que luego explota cuando menos nos lo esperamos, o nos enferma, o nos paraliza y nos hace paranoicos. Creo que el controlar al que podríamos apuntarle es más bien un canalizar, donde no se trata de frenar o interrumpir la locura, si no guiarla y, como un río, refrescarnos e impulsarnos con sus aguas y regocijar en la fuerza de su corriente.
¿Tú qué piensas? ¿O qué piensas pensarás?
1 comentario en “El Hombre de Conocimiento”
Me encanta!
Lleno de sabiduría y libertad!
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