DANiEL ViNcENZo
PAPA DE DioS

Mindset Coach & Mentor

DANiEL ViNcENZo PAPA DE DioS

Mindset Coach & Mentor

El camino no elegido

Para mí, una de las cosas más apetecibles en un objeto es su potencial de personalización. Siempre he amado la posibilidad de poder modificar a gusto algo, sin importar qué: de niño modificaba videojuegos, alterando los personajes y las historias, en mi adolescencia fue lo mismo con mi vestuario, cosiendo y cortando prendas o hasta dibujando o escribiéndoles encima. De alguna manera hacía sentir ese objeto más mío, obviamente, pues de repente se volvía único. Además de esto, el objeto también se sentía con más vida, como si la experiencia de la modificación ahora fuese un recuerdo compartido entre el objeto y yo. Como un proceso que vivimos juntos.

La personalización es algo llamativo para todos y todas, pues nos permiten entablar esas relaciones peculiares, a veces extrañas, con ciertas pertenencias o experiencias inclusive. Es una manera para darle espacio a ciertos aspectos de nuestra intimidad, a esos pensamientos raritos, o esas inocentes fijaciones que tenemos. Pero sobre todo para que algo, como un objeto o un producto, vaya más allá y adquiera un nuevo valor. También es una forma de expresarnos y, por lo tanto, de conocer y explorar nuestra identidad, de moldearla y expandirla si así lo quisiéramos. Esto lo vemos fácilmente con la moda y los vestidos que nos gustan, nuestros accesorios, las fotos de perfil en nuestras redes sociales, la cover del celular y el celular mismo, la imagen de fondo de nuestras pantallas y hasta en la decoración de nuestros hogares.

Disfrutamos de esas oportunidades en las cuales podemos sentirnos únicos y únicas, gozamos de la compañía de esas personas que no nos ven como los demás y que realmente nos conocen y nos escuchan, regocijamos al ser reconocidos por una tarea que hicimos bien y que, quizás, nadie más hubiese podido llevar a cabo. Al mismo tiempo nos cuesta de sobremanera alejarnos del rebaño, y digo realmente tomar un camino diferente. La ironía es hermosa y, ocasionalmente, cruel. Disfrutamos viajar, conocer personas nuevas y culturas diferentes, ¡pero que no se pasen con costumbres que nos puedan parecer extremas, groseras o hasta inhumanas!

Nos puede gustar ser considerados únicos, mas no hasta el punto de ser verdaderamente raros. Casi como si quisiéramos ser los seres más especiales dentro de los parámetros establecidos por la comunidad, sociedad, familia o grupo de amigos. Estos parámetros pueden ser estéticos, de cómo luces o qué ropa debes llevas puesta, pueden ser éticos o morales en relación a tu legislación, religión o creencias populares, y pueden llegar a tocar tu estilo di vida en lo más profundo proponiendo, por ejemplo, el culto al trabajo o el socializar expansivo como sinónimo de un ser satisfecho y funcionante.

El problema no es la existencia del grupo, ni los valores o parámetros que proponga. El problema son la pereza y la inconsciencia que te llevan por un camino ajeno, un sendero trazado o indicado por otras personas y que, si te guía el temor de transgredir sus límites, conduce a profundas insatisfacciones. A esa intranquilidad y ese vació que a veces sientes en el pecho, esa sensación de estar buscando algo sin saber bien qué. Eso mismo que te hace dudar un poquito de lo que tienes y has alcanzado en la vida, de donde estas en este momento o inclusive de quién eres. Es la misma causa por la cual muchas veces terminas reaccionando automáticamente, así no te guste o no estes de acuerdo con tu propia reacción. ¿Te ha pasado?

El primer paso hacia un camino diferente, es tomar elecciones conscientes enraizadas en el presente. No por principio, no porque sí, no porque da como igual o porque mal no me hace. Este es el primer esfuerzo, y ha de ser constante. Puedo convencerte mentalmente que, al final, no existe realmente un equivocarse o un fracasar en la vida. Ambos son conceptos comparativos que dependen de estándares y objetivos externos. Pero me interesa es sacudirte y llevarte a la acción: son las decisiones, las acciones y las experiencias las que realmente nos hacen cambiar, pues nos hacen vivir. Piensa ahora, por favor, en tres cosas que en tu vida hayas querido hacer y que no has hecho quizás por ser algo fuera de lo común. Piensa seriamente en lo peor que podría pasar si las hicieras y concretamente evalúa si vale la pena continuar a procrastinar. Ahora ve, enloquece, explota o implosiona, sé tu pasión amorosa y desenfrenada.

Quisiera ahora, y antes de concluir, compartir contigo el poema que algo movió y que me guio a escribir este artículo:

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;

Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

El camino no elegido de Robert Frost, Intervalo En La Montaña (1916)

Tomar el camino menos transitado requiere algo de esfuerzo, el esfuerzo de estar y mantenerse presentes para elegir con consciencia, para que la vida no sea algo que simplemente nos sucede. Al final, es lo que hace toda la diferencia.

¿Hasta qué punto vas a cohibirte, siguiendo un flujo inconsciente, creencias y principio ajenos, zonas aparentemente seguras?

¿Hasta qué punto vas a llegar antes de tomar una elección consciente y a hacer la diferencia, tu diferencia?

¿En qué momento decides que tú vales la pena y mereces el esfuerzo?

1 comentario en “El camino no elegido”

  1. Dani, gracias por esta reflexión. Creo que las elecciones que hacemos tienen que ver con la intención que tenemos, la comprensión de lo que nos está pasando en ese momento y que esa ejecución nos traiga paz interna.

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