DANiEL ViNcENZo
PAPA DE DioS

Mindset Coach & Mentor

DANiEL ViNcENZo PAPA DE DioS

Mindset Coach & Mentor

Todo empieza

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Todo empieza dibujando.

Desde muy pequeño mi mamá se encargaba de que yo tuviese a disposición una buena reserva de hojas por un lado blancas, por el otro con el guión del proyecto en el que trabajaba en ese momento. Ella trabajó mucho en televisión como actriz, sobre todo en el curso de mi infancia, lo que me permitió dibujar en esos guiones todos los dinosaurios, dragones y Pokémon que tanto me gustaban. Mi fuente de inspiración llegaba a menudo por manos de mi papá: eran naturalmente todos los juguetes o los cartones animados que veía y, un poquito más adelante, los videojuegos pues me emocionaban y permitían adquirir modelos que luego yo me divertía mezclando y transformando. Sin darme cuenta, dedicaba mi tiempo a observar, absorber e inventar historias y personajes gracias a lo que veía y lo que jugaba.

Desde este punto de vista, todo empieza jugando.

En mi adolescencia empecé a escribir, esta vez enamorado de los textos de las canciones que escuchaba. En ese entonces eso era la música para mí: la letra transportada por la voz y todo lo que dicha voz contaba. Por motivos similares, y por espontánea diversión, me acerqué por primera vez al teatro empezando bachillerato sin relacionarlo conscientemente con la profesión de mi mamá. Con eso fui creciendo hasta que, decidido en escribir, aunque indeciso inicialmente entre teatro o filosofía, viajé a Italia para estudiar una carrera llamada Disciplinas del Arte, de la Música y del Espectáculo en la Universidad de Bolonia Alma Mater.

Mi formación y mis primeras experiencias laborales en Bolonia se concentraron en el teatro, principalmente en la escritura y sucesivamente en la dirección. Y cuando empecé a cogerle confianza a mis conocimientos, decidí crear un grupo de teatro independiente junto a dos compañeras de universidad: Compagnia Icore. Fue junto a ellas, y junto a las personas que se unieron al grupo en los años siguientes, que pude organizar mis primeros talleres de teatro enfocados en las relaciones entre los cuerpos y la presencia escénica. Hoy me doy cuenta, o por lo menos es lo que pienso mientras escribo, que fueron esos talleres los que plantaron en mí una especie de amor hacia la forma en que nos relacionamos, hacia el ánimo de las personas, hacia sus razones, su herida, sus pequeñas esperanzas, su desesperación (Juan Mayorga en El chico de la última fila).

Quizás todo empieza con las palabras, con el verbo como se suele decir.

Hasta hoy siempre había pensado que mi interés hacia el desarrollo personal había surgido gradualmente, muy gradualmente, tras un seminario de Psicología del Arte sobre la simbología en el Tarot. Después de ese seminario busqué formas y fuentes para aprender sobre la cartomancia así fuera como autodidacta. De una cosa nace otra: el mismo año conocí a Katherine Porto, quien me guió en mi relación con las cartas, y a Ernesto Arias que empezó a hablarme de la simbología a través de los números, simbología a su vez aplicada a lo que llamaba Coaching Cuántico

Todas las calles llevan a Roma, como dicen, sin importar de donde empiezan, siempre y cuando Roma sea tu camino, tu narración, tu juego.

 

Daniel Vincenzo Papa De Dios